5 de mayo de 2008

Libertad


Está en un parque gigante lleno de árboles. Sus hojas de distintas tonalidades de verde, naranja y marrón. Algunas hojas caen libremente de los árboles y bailan por el cielo al compás del sutil viento y siguen hasta aterrizar dulcemente al suelo. Está lleno de personas. Madres hamacando a sus hijos, parejas besándose en los bancos, ancianos caminando de la mano. Felicidad por todos lados. Sonrisas por doquier. De todas maneras el único sonido que se escucha, es el de las hojas crujientes que caen y el sedante silbido del viento. Se para en el medio del parque sobre un colchón de hojas y con una sonrisa estira ambos brazos y comienza a dar vueltas como una bailarina en su cajita musical. Cierra los ojos para agudizar sus otros sentidos. Comienza a disfrutar con mayor profundidad la suave brisa acariciando sus cachetes, el aroma del dulce otoño, el sonido de sus pisadas sobre las hojas secas. Pronto comienza a sentir gotas de agua que caen sobre ella. Sin atormentarse sigue disfrutando este momento y se da cuenta que para su sorpresa esas gotas se vuelven cada vez más espesas. Al abrir los ojos, puede observar la misma plaza disfrazada de nieve. Todo está completamente blanco. La gente es la misma, pero todos están vestidos para la ocasión. Guantes de lana, gorritos con pompones, bufandas que les dan veinte vueltas al cuello. Los colores de sus atuendos, resaltan evidentemente ante tanto blanco del panorama. Ninguno parece alarmado, la felicidad es la misma, solo que sus actividades cambiaron. La mayoría, grandes y chicos, madres e hijos, patinan alrededor de una pista que apareció a su costado, y lo hacen con las mismas felicidad que tenían previamente. Sin ninguna preocupación en su mente, sin tratar de entender nada, y siempre con la misma sonrisa, se sienta junto a un árbol, y toma un par de patines que encontró a su costado, se los pone, y sale a patinar junto a todos los demás.

1 comentario:

ivana gonzález dijo...

uooo que lime maa
me gusto querida besos hsta el lunes.